La reina se levanta, se peina, se pone bella.
Hay que cuidar las apariencias.
A veces me pregunto si le dará la cara,
si no sentirá vergüenza,
al encontrar en el espejo su reflejo.
Puede que tenga miedo
de hallar el retrato de Dorian Gray.
Ella habla al pueblo,
que en masa la sigue por algunas monedas,
victoreando el nombre de "Él", cual si fuera un dios.
Con sus palabras de seducción,
debo reconocer, habrá ganado algún corazón.
Un día la reina cayó enferma,
enferma de poder.
Porque otro tipo de patología
su cuerpo no dejó ver.
La soberbia es su espada;
la mentira, su escudo.
Antigua aliada de los verdugos de la carretera
y de los payasos del circo de Venezuela,
nos venda los ojos
para llevarnos donde ella quiera.
Desde sus palacios de hielo nos dicta decretos,
necesarios y urgentes para defendernos
de esos monstruos pequeñitos
que quieren desarmar nuestro país modelito.
No tiene límite, ni oposición,
Ella es la Reina de esta Nación.
lunes, 30 de abril de 2012
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